Productos:
unos 500 g de harina
1 huevo
10 g de levadura fresca
1-2 cucharadas sal
300 ml de agua
50 g de mantequilla derretida
200 g de mantequilla o margarina a temperatura ambiente
queso para relleno
Hacer un hueco en la harina. Allí se tritura la levadura, se añade la sal, el huevo y la mantequilla, y se añade el agua tibia. Amasar una masa suave y no pegajosa. Déjalo crecer. Está dividido en dos partes. A cada parte se le da forma de bola y se enrolla hasta formar una hogaza pequeña. Poner la mantequilla en trozos sobre uno de los panes. Se cubre con el otro y se presionan los bordes con los dedos. Déjalo reposar unos 10 minutos. Durante este tiempo, puedes cubrir las bandejas con papel de horno y desmenuzar queso para el relleno.
Cuando hayan pasado los diez minutos, la masa se extiende hasta formar una corteza grande y fina. Cortar en cuadrados. Se coloca relleno en un extremo de cada cuadrado y se dobla en forma de triángulo. Se disponen en las bandejas y se hornean en un horno calentado a 200* hasta que estén doradas.
A algunas les puse queso de oveja casero. Quedaron maravillosos.
Mis notas: Como sé cuánta masa se hace con 500 g de harina, decidí aumentar ligeramente la dosis. Agregué otros 100 ml de agua y 1 huevo pequeño. Después de poner los 200 g de aceite en esta dosis, resultó ser más que suficiente. Cuando formé una costra con la masa, empezó a salir la mantequilla. Así que para 500 g de harina probablemente será mucho. Puedes reducirlo fácilmente en unos 50 años. Se podrían haber extendido más finos, pero con la dosis en cuestión la masa no me alcanzaba 🙂
Así que no seas codicioso como yo 🙂