Cuando era niño… Sí, sí. Recuerdos de la infancia otra vez 🙂 Entonces, cuando yo era niño, en Lovech, las pastelerías vendían esos bocadillos. En cacerolas negras grandes espolvoreadas con mucha azúcar glass. Solía ir allí después de la escuela y comer algo. A veces incluso tres. Llevo mucho tiempo buscando una receta, pero no encuentro ninguna adecuada. No es que a mí mismo no se me ocurriera uno, pero todavía estaba buscando algo que me diera una base. Y como dice el refrán, el que busca, encuentra.
Me encontré con esta receta hace algún tiempo. Nada de que sea checo se parece mucho a lo que estaba buscando. Decidí intentarlo a mi manera. Y no lo siento. Tengo que deciros que preparados así, como suelo llamarlos, me gustan mucho más que los rollitos. Y me encantan los bollos.
Si estás infectado con el ambiente de Pascua, prueba esto también 🙂
Productos:
alrededor de las 8 a.m. harina
30 g de levadura fresca
1/2 cucharada. sal
5 cucharadas azúcar
480 ml de leche fresca
3 huevos
3 vainillas
100 ml de aceite
más aceite para esparcir entre bocadillos
azúcar en polvo para espolvorear
Mezclar 5 cucharaditas. de la harina con la sal, el azúcar y la vainilla. La levadura se disuelve en la leche tibia. Se baten los huevos con un tenedor y se vierten en la leche y se añade el aceite. Todo se mezcla bien y se vierte en la mezcla seca. Se revuelve muy bien. Agrega un poco del resto de la harina y amasa hasta obtener una masa suave y ligeramente pegajosa. Colóquelo en un recipiente engrasado y cubra con papel de aluminio para que suba. Dividir la masa cocida en dos partes. Se extiende un rectángulo con un grosor de aproximadamente 1 cm y se cortan cuadrados con un lado de 7 cm. En medio de los cuadrados se coloca mermelada o confitura de su elección. Cada pieza se dobla formando un rollo, con los bordes de la masa pegados. Por todos lados (no por encima) los panecillos se untan ligeramente con aceite. Se disponen en una sartén engrasada y se dejan leudar nuevamente. Se untan con una yema batida con un poco de leche y se hornean en un horno calentado a 200* hasta que estén rojas.
Una vez sacados se untan con leche tibia en la que se ha disuelto una cucharada de azúcar. Espolvorea con azúcar en polvo.
¡Disfrútala!