Pronto descubrí que había cometido un gran descuido. En el blog falta la receta de este pastel tan famoso del pasado. La monja sedienta. Inmediatamente decidí corregir este error y lo preparé.
Al principio tuve la impresión de que mi monja no tenía mucha sed… pero luego todo encajó. Debería haber esperado más antes de cortarlo.
Hace un tiempo Pepolina compartió una foto muy tentadora de este pastel y ahora recurrí a ella para la receta. Sin embargo, resultó que ella siguió esta receta. Yo también.
Gracias a Pepi y María por esta delicia!
Productos:
5 huevos
1 1/2 cucharadita. azúcar
1 cucharadita limonada u otra bebida carbonatada
1 cucharadita Levadura en polvo
2 1/2 cucharaditas. harina
1 vainilla
para la cobertura:
1 cucharadita agua
1 cucharadita azúcar
125 g de mantequilla de vaca
3 cucharadas cacao
1 cucharada de ron o coñac
Los huevos se baten con azúcar hasta que estén blancos. Añádeles la limonada y mezcla.
Mezclar la harina con el polvo para hornear y agregar a la mezcla de huevo. Mezclar hasta obtener una mezcla homogénea (yo con la batidora). Agrega la vainilla.
Vierta en un molde engrasado y enharinado y hornee en el horno calentado a 180*. Se comprueba con un pincho de madera si está bien horneado.
Mientras se hornea el malvavisco, prepara la cobertura. Todos los productos se colocan en un recipiente ignífugo y se calientan hasta que se derrita el azúcar.
Se deja enfriar la masa y la cobertura y luego se vierte el pastel.
Antes de servirlo, lo saqué en un plato, pero lo cuento como un error. Es mejor verterlo directamente en la sartén 🙂
Y luego hay que esperar unas horas con paciencia y no apresurarse como yo. Está incluso más sabroso al día siguiente que el día en que se hizo.
¡Disfrútala!