Cuando era niño no me gustaba nada el hígado. Ninguno. Lo encontré amargo y desagradable al gusto. No lo intenté en absoluto. Incluso hígados de pollo. En mi plato de sopa de pollo sólo quedaron los trozos de hígado de pollo. Hasta que una vez mi madre y yo fuimos a visitar a una vecina. Tía Rosa. En ese momento estaba preparando hígado frito. Probablemente era ternera, pero no estoy muy seguro. También es posible que fuera carne de cerdo. Recuerdo enrollarlo en harina y freírlo. Y déjame intentarlo. No pude negarme y decidí intentarlo.
Que estaba muy rico!?!? Luego decidí probar también los hígados de pollo. Y así, poco a poco, aparecieron platos similares en el menú. Tengo varias recetas en el blog con hígados de pollo, pero no tengo ninguno con carne de cerdo o de ternera.
Por eso decidí, por muy básica que sea esta receta, escribirla. Puede que le resulte útil a algún elemento novato.

Productos:

unos 500 g de hígado de cerdo
4-5 cebollas
unos 100 ml de aceite
harina
sal
pimienta negra
perejil fresco

Para preparar hígado de cerdo con cebolla, el hígado se lava, se seca y se corta en trozos. La cebolla se corta en medias lunas. Enrollar el hígado en harina. Calentar el aceite en una sartén grande (es bueno recoger todo el hígado de una vez) y poner en él los trozos de hígado. Freír durante unos 2-3 minutos por un lado y darles la vuelta. Cocine por 2 minutos más y agregue la cebolla picada, la sal y la pimienta negra. El plato se cocina hasta que la cebolla se ablande bien y se ponga ligeramente roja, revolviendo casi constantemente.

Finalmente, espolvorea con perejil fresco.

Es importante no salar el hígado antes de freírlo para que quede jugoso. Entonces pon la sal junto con la cebolla.

Eso es todo. El plato se prepara muy rápido, con pocos ingredientes y….trae mucha cerveza.

¡Salud!

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